Fundación Avina/Eternit: patrocinadores de Ashoka
Sthepen Schmidheiny |
Solo bajo la empresa que él dirigió se reconocen 2.191 víctimas mortales, una cifra que irá en aumento hasta 2025 pues muchos de estos ex-empleados aún viven y los efectos del amianto pueden aparecer a largo plazo.
Oficialmente puso fin a sus actividades relacionadas con el amianto en 1986, pero varios datos hacen sospechar que continuó algunos años más en el negocio cuidando los intereses de la rama belga que dirigía el barón Louis de Cartier de Marchienne, así como vendiendo Eternit a su propio hermano, Thomas, quien continuo en el negocio hasta bien entrado 1998. Incluso mantuvo acciones en otras empresas como Everite en Sudáfrica hasta el fin del apartheid en 1992 y en Brasil hasta 2001. La rama belga, ahora ETEX y aún en parte propiedad de la familia Emsens, continuó con la producción de amianto hasta al menos 2004.
Las familias detrás del negocio del amianto han estado detrás de la Sociedad Internacional de Amianto y Cemento (SAIAC) desde que la fundaron en 1929 como cártel para proteger sus intereses sorteando críticas y sospechas sobre la letalidad del material y lavando su imagen pública durante más de medio siglo. Y fue así hasta 1977 cuando la OMS tuvo que tomar cartas en el asunto categorizando al material como cancerígeno del Grupo 1.
Cabe sospechar que, como tal cantidad de casos no podían taparse demasiado tiempo, además de que ya existían muchos otros estudios independientes a dicha organización, terminaron por darle luz verde a la OMS para entrometerse en el asunto, pues la omisión o mero desconocimiento de un asunto de tal calibre podía acabar señalando a la organización y manchándola de por vida por actuar con complicidad o incompetencia, algo que a la élite que la financia y maneja no convendría demasiado si pensara en futuras maniobras, ya que esta representa una estructura bien consolidada en su sistema, con muchos adeptos que confían en su buen hacer minucioso y desinteresado.
Aún así el negocio del amianto continúa hasta nuestros días y es defendido por los lobbies que crearon estas mismas familias apoyándose en la ciencia -más bien en científicos mercenarios-, como la AIA (Asociación Internacional de Asbestos), el Grupo de Trabajo Amianto, el Comité Permanente Amianto (CPA), entre tantas otras.
Dando por concluida la biografía del propio Schmidheiny, diremos que cuando todo indicaba que al menos iba a ser procesado como buen cabeza de turco, éste fue "juzgado" por el Tribunal de Turín en algo más parecido a una pantomima que a un jucio. Se le tachó de ser como el propio Hitler, de actuar con conciencia de los riesgos del amianto, etc, para finalmente ser absuelto por prescripción de delitos. A día de hoy este criminal, como tantos otros, sigue suelto, aumenta su riqueza y se ríe del común de los mortales mientras habla de su filantropía y recibe premios "honoris causa" de universidades como Yale y los jesuitas, entre otras entidades.
Actualmente, la estrategia de Avina es alabar la gran filantropía de su fundador mientras financia a entidades como Ashoka, Greenpeace, SEO o la Fundación Nueva Cultura del Agua, etc, así como aliarse con empresas de gran capital como Coca Cola y hasta con los propios jesuitas mediante la financiación de algunas de sus fundaciones caritativas como Entreculturas y Fe y Alegría.
El propósito de estas conexiones es fácil de intuir: aprovecharse de la situación de pobreza de estas poblaciones para educarlos en favor de sus intereses y utilizarlos en las minas y fábricas de estas corporaciones bajo condiciones de semi-esclavitud.
En Colombia, el Grupo ETEX aún protege sus intereses bajo empresas y entidades como Skinco Colombit y No+Asbesto respectivamente, que les ayudan a distanciarse de las críticas del público, además de ser una buena estrategia de futuro. Gracias al poder que han obtenido, ahora ellos pueden permitirse trabajar con nuevos materiales y quieren ilegalizar el amianto para eliminar gran parte de la competencia que aún fabrica el antiguo material y así se vean obligados a venderles sus fábricas a muy bajo precio. Estos saben jugar sucio. Tienen poder y medios para crear nuevos ecosistemas comerciales y así tener ciertas ventajas de adaptación con las que pueden continuar en el poder. Visto desde afuera, todo parece un bien, pero para estos "tiburones" no es más que una estrategia para dominar el mercado y vivir a costa de sus agentes, que somos el resto.
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