Etnología vs arqueología: la percepción del dolor


SI VIVIR YA RESULTA SUFICIENTEMENTE DOLOROSO,
¿PORQUE MORTIFICARSE AÚN MÁS?¿POR QUÉ FLAGELARSE?

El ciudadano consumista moderno cree que la felicidad es algo que sólo se encuentra rodeado de comodidades y seguridad, abundante comida, fármacos y plataformas de entretenimiento y otros objetos de consumo, pero lo cierto es que si un ser humano cree fuertemente que puede alcanzar la felicidad a través del sufrimiento, este lo acaba siendo. 

Estas diferencias sólo se han visto remarcadas por la cultura, muy especialmente en la moderna. Son creencias que han cambiado en unos sitios con respecto a otros donde sí se han mantenido a través del tiempo. Una persona puede ser tan feliz dándose latigazos como otra estando de vacaciones en la playa. Sólo es cuestión de que uno lo crea.

Evidentemente, existen factores naturales y filosóficos que llevan a una persona a creer de una manera concreta, y la mala utilización de estos conocimientos esencialmente puros ha degenerado en fenómenos como la ingeniería social, que no enseña al hombre a 'ser feliz', sino que le enseña a seguir, y promover, un único modelo de vida con el que debe 'estar feliz'. Y es nuestra civilización moderna la que posee los mayores niveles de ingeniería y control social.

En la actualidad aún existen muchos pueblos y culturas que conservan ciertas prácticas y ritos ancestrales relacionadas con la aceptación del dolor y la elevación a través del sufrimiento. Aquí solo se expondrán algunos ejemplos:

EL FAQUIRISMO

Aunque el faquirismo está muy vinculado últimamente con el mundo del espectáculo circense, lo cierto es que se trata de una práctica ascética muy antigua. Los faquires caminan sobre fuego o cristales, se introducen antorchas y cuchillos en la boca, se acuestan sobre camas con clavos, etc. Para los faquires, el dolor no representa ninguna agonía, sino un reto, una forma de alcanzar la libertad y la trascendencia.


Uno de los casos más extremos de automutilación, también muy relacionado con el faquirismo, es el que se da en los rituales de Phuket, Tailandia. 

En este ritual religioso de purificación, los devotos caminan sobre brasas ardiendo, dañan y atraviesan partes de su cuerpo, especialmente su cara, con todo tipo de objetos punzantes, espadas, barras de metal, etc. Cualquier cosa vale para la ocasión si te hace sufrir.

Concretamente, la costumbre de caminar sobre el fuego es compartida por distintas culturas en diversos lugares del mundo, como por ejemplo aquellos vinculados con la tradición hindú o budista, como en India, Isla Mauricio o hasta en Japón (festival de Hiwatari Sai). Pero también existen casos en Grecia (ritual de Anastenaria en el pueblo de Agia Eleni), Bulgaria, algunos pueblos bosquimanos, e incluso en España (Noche de San Juan en San Pedro Manrique), entre otros.

TATUAJES Y PIERCINGS Y OTRAS
AUTO-MUTILACIONES CORPORALES

Además del faquirismo, existen otras formas de autoinfligirse dolor que se justifican por la búsqueda de algo más elevado, un paso hacia la madurez física y espiritual, como lo son el uso de pendientes o piercings, los tatuajes y otras formas de decoración corporal, pues para las tribus ancestrales, el arte y la estética no son una mera abstracción alejada del espíritu y el misticismo.

Los maoríes son uno de los ejemplos más reconocidos en lo que a la práctica del tatuaje se refiere. En su cultura, los tatuajes otorgan cierto estatus social en la tribu, además de algo con lo que atemorizar a sus enemigos. Sus métodos de tatuaje tradicionales exceden el nivel de dolor físico de cualquiera de los métodos modernos, tanto que ni siquiera algunos de ellos consiguen superar este ritual de madurez, algo que reduce su reputación en la tribu y la de toda su familia.

Se cree que las mujeres de la tribu africana Mursi adoptaron una técnica de perforación y deformación de sus labios mediante la colocación de un plato redondo para evitar ser capturadas y comercializadas por los traficantes de esclavos, lo que deja en manifiesto la gran valentía de estas mujeres y su capacidad de soportar el dolor con un propósito mayor, como lo fue su propia libertad, pues prefirieron ser feas y deformes antes que ser víctimas de la explotación, algo que una mujer moderna no alcanzaría ni a imaginar. Con el tiempo, esta práctica se iconizó hasta considerarse todo un signo de resistencia y belleza entre este pueblo. Y como para no serlo. Actualmente, esta práctica se considera una tradición machista y cruel que atenta contra la libertad de las mujeres.

Un caso parecido a este último ocurre con las mujeres apatani de la India, quienes adoptaron la práctica de insertarse tapones en la nariz, ampliando sus orificios nasales para parecer poco atractivas y evitar ser violadas por los guerreros de las tribus enemigas.

Otro de los casos más escalofriantes es el de la práctica de escarificaciones en diversas tribus africanas. Estas consisten en cortarse o quemarse la piel para formar dibujos, y patrones geométricos naturales, como los que imitan la piel de los cocodrilos, por ejemplo, lo que tiene una gran carga simbólica y espiritual.

A pesar de la distancia que los separa, geográfica y temporalmente, la tribu pigmea de los Baka y la indonesia de los Mentawai comparten la práctica ritual de afilarse los dientes, algo que resulta muy doloroso e irritante.


Esto mismo ocurre en el caso de las mujeres de la tribu africana de los Ndebele y las del pueblo Kayan en Myanmar, las cuales comparten la práctica de colocarse anillos en el cuello para estirarlo. Pese a que se considera una forma de control machista sobre la mujer, lo cierto es que hasta hace poco los Kayan sólo lo practicaban en aquellas niñas cuyo nacimiento se producía los miércoles de luna llena, pero la llegada de turistas terminó por generalizar esta práctica entre muchas más mujeres, convirtiéndose en todo un reclamo para curiosos y una forma de vida para ellas en un país de tanta necesidad. También se rumorea que estas mujeres mueren si se quitan los anillos, pero esto no sucede. Sin embargo, sí es cierto que puede sufrir bastantes dolores cuando, al quitárselo, su cuello ya ha superado cierta longitud, en cuyo caso son ellas mismas quienes deciden llevar los anillos durante toda su vida, al menos en el caso de los Kayan, como se ha mencionado.

En la tribu de los Hamer, los jóvenes deben superar una prueba de madurez llamada "salto del toro" que consiste en saltar una fila de vacas varias veces. Con ello se ganará el respeto de ser considerado hombre en la tribu y podrá elegir esposa y comenzar a tener su propio ganado, pero si este no lo consigue será avergonzado y humillado. Las mujeres solteras, por su parte -y es a lo que va la cuestión-, realizan el sacrificio voluntario de ser azotadas varias veces para mostrar su apoyo al joven familiar, así como su valía como esposas por la que esperan ser elegidas posteriormente. Aunque no forma parte de este ritual, también cabe mencionar que las mujeres Hamer se arrancan dos dientes (incisivos inferiores) para parecer más bellas. Aquí tiene un vídeo muy explicativo de este ritual:


Aunque muchas no son prácticas con ningún objetivo ascético, sino estéticos y matrimoniales, no dejan de ser buenos ejemplos de como estas tribus primigenias creen que soportar dolor les hace más dignos y respetables entre los suyos.

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