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Pancartas y pintadas feministas con el lema "¡Antes PUTA que SUMISA!" |
La forma en que algunas feministas exponen este lema -que parece sacado de una canción de María Isabel- sugiere algún tipo de disyuntiva o antonimia. Sin embargo, ser puta no es para nada contrario a ser sumisa. Solo cambia la condición por la que lo son.
Una prostituta lo es
por un condicionante socio-económico: folla por dinero y/o por
necesidad.(Si folla mucho, gratis
y por mero placer o impulso no es una puta, sino simplemente una
enferma mental -una ninfómana-, o bien una ególatra, pervertida y
degenerada sexual, alguien con mucho tiempo libre y pocas virtudes
para llenarlo)
La sumisa se entrega
de manera forzada, por miedo, algo que, a priori, resulta mucho más
natural y comprensible que entregarse consciente y voluntariamente por
dinero, aunque no por ello deba ser tolerable ni supone un ejemplo o
actitud admirable ni correcta.
En ninguno de estos
dos casos se supone una elección personal. Por tanto, esta disyuntiva o antonimia que se ofrece no es tal y es producto de la supina ignorancia. Ambos son casos de sumisión por
miedo. La puta ante el miedo de no poder disponer de recursos para
subsistir ella y/o su familia. La sumisa ante el miedo de ser
maltratada o señalada de algún modo.
Luego está la
industria del sexo que favorece que las personas se ofrezcan de
manera consciente y voluntaria con todo tipo de recompensas
materiales exageradas para quienes participan en dicho juego de
manipulación y degeneración sexual. En este caso, sería el ansia
de fama y riqueza lo que somete la voluntad de la persona.
El sexo no es un
producto, lo han convertido en un producto, que es diferente.
LA PROSTITUCIÓN
Todos nos "alquilamos"
por dinero. Unos ponen sus manos al servicio de la industria, otros
su capacidades mentales, ya sean bajo un aspecto creativo o
analítico.
Ambas situaciones
resultan denigrantes porque anulan la independencia personal, la
autosuficiencia y desvirtuan al ser humano. Aún así, siempre será
más respetable que "alquilar" los propios órganos
genitales. ¿Por qué?
Hay partes del cuerpo,
como los brazos, manos y piernas o la propia mente, que son
inherentes a eso que llamamos "trabajo", a la generación
de riqueza material. Están diseñados para idear, elaborar y
manipular objetos y desplazarse en el mundo para distribuirlos,
comerciarlos, etc. En definitiva, actos que permiten la vida, la
subsistencia, la supervivencia.
Sin embargo, los
órganos sexuales son para lo que son. Naturalmente no sirven para
generar riqueza, al menos no más que la humana.
Esto es algo que solo
hacen los animales inconscientes. Las bonobas adquieren recursos
mediante el sexo con los machos porque no tienen consciencia de que
pueden obtenerlos de otra forma. Su único instinto a seguir es:
Sexo=comida. La hembra humana, la mujer -aunque concierne a ambos
sexos en general- debería tener una visión más amplia después de
millones de años de evolución hasta el desarrollo de la
autoconsciencia -aunque estos parecen haber valido de poco-. Esta
tiene más opciones que la bonoba: Sembrar, Recolectar, Cazar, Idear,
Fabricar, Construir = Comida.
Por esto, sexualizar el cuerpo y ponerlo a disposición de un tercero por dinero -por recursos- no está en absoluto al mismo nivel que emplear parte de tu tiempo y esfuerzo físico-mental por esta misma razón.
El sistema que mantiene la élite gobernante (que las feministas pueden llamar patriarcado si
lo desean, pues es innegable que quienes mandan en lo más alto de la
jerarquía tanto religiosa como laica son "hombres",
"varones" o "señores", aunque no merezcan tales
apelativos) ha degenerado en una economía que ha obligado y obliga a
muchas mujeres -que no a la mujer en general- a ejercer la
prostitución al privarla de poder obtener recursos de otra
manera que no sea la sexualización o cosificación de su cuerpo,
especialmente de sus órganos genitales. En esto estoy de acuerdo. No
lo puedo negar.
Pero acabar con la
prostitución -que no con la trata o esclavitud sexual, que sí
supone una solución más colectiva y por supuesto de decisión
masculina- es algo que deben emprender las mujeres, negándose a
alquilar su cuerpo, ya sea por el precio que sea. Y es que si no hay
mujeres que se ofrecen, no hay hombres que pagan.
Yo, como hombre, puedo
decidir no pagar por los servicios sexuales voluntarios -o
involuntarios- de una mujer, pero no puedo obligar a otro hombre a
que haga lo mismo, ni a la mujer para que no se ofrezca.
Deben ser
las mujeres quienes se nieguen a ofrecerse.
Es una solución
simplista, aunque muy difícil de llevar a cabo y con grandes
inconvenientes, pues requerirá -al menos en un principio- de una
actitud de renuncia o desapego, austeridad y martirización, ya que estas
mujeres, al no poder encontrar otro modo de sobrevivir, es posible
que acaben muriendo, delinquiendo o teniendo que entregarse nuevamente
a la prostitución. Sin embargo, no existe otra solución personal y
humana que no dependa de artificios políticos, legislativos y/o hasta
tecnológicos que solo pretenden perpetrar el sistema neo-esclavista
en el que vivimos.
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